viernes, 2 de noviembre de 2012

El laberinto argentino

Carlos Gabetta está molesto. Sabe y siente cuánto puede dar la Argentina, cuál podría ser su presente y futuro, pero también que hemos hecho todo lo posible -y lo imposible- para boicotearnos. Una maldición, una encrucijada, que debemos dejar atrás. "Se trata de atizar la conciencia acerca de la necesidad de romper el círculo vicioso en el que parece girar la sociedad argentina", reclama, para resolver así la "asignatura pendiente" que nos permita salir adelante.


Inteligente, sagaz y con experiencia aquilatada en la Argentina y en Europa, Gabetta expone el eje de su libro desde el título: La encrucijada argentina. República o país mafioso. Sin vueltas, Gabetta remarca cuál es el panorama. Vivimos en un "país bananero", dice, regido por un Estado que "bien puede considerarse como 'fallido'" y liderado por una clase política y empresaria notable por "su capacidad depredadora". Sin embargo, aunque llega al hueso con sus críticas, el libro expresa en realidad su convocatoria a reaccionar, a mantener la esperanza. Tanto, que Gabetta entrevistó a diversas figuras de prestigio que ofrecen un arduo y minucioso panorama de lo que está mal en este país, pero cuyas trayectorias demuestran que es posible vivir y actuar de manera correcta. Y que esa prédica conlleva un costo, pero que marca también una huella. Eso es lo que reflejan, con sus acciones, el titular de la Auditoría General de la Nación, Leandro Despouy, o Marta Oyhanarte, entre otros.

Así lo vivencia Oyhanarte, tras su último y frustrante paso por la función pública, como subsecretaria para la Reforma Institucional y Fortalecimiento de la Democracia. Comenzó con el entonces presidente Néstor Kirchner bajo el paraguas del entonces jefe de Gabinete, Alberto Fernández; continuó con Sergio Massa y concluyó, del peor modo, con Aníbal Fernández. El hoy senador nacional le mandó a decir, sin rodeos: "No nos interesa la construcción de ciudadanía". Más aún, cuando ella se marchó, pobló su área de barrabravas. Aún así, y pese a todo, Oyhanarte reivindica la función pública, que en su caso incluyó un paso previo por la naciente Legislatura porteña. "Me preguntás qué saqué de bueno en ese período. Poco, pero lo volvería a intentar, porque siempre algo queda, algo se avanza", justiprecia.

pd: el resto de la reseña publicada en ADN, acá.

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