viernes, 24 de agosto de 2012

Un (otro) tesoro suizo (de blanqueo)

La estupenda crónica del diario El País comienza así:

“No hubo que hacer grandes esfuerzos para encontrarlo. Ahí estaba. Delante de sus narices. En la pantalla del ordenador frente al que había pasado los últimos seis años en la sede del HSBC de Ginebra tratando de mejorar los programas de bases de datos de clientes de uno de los primeros bancos del mundo. Lo que los ojos de Hervé Falciani estaban contemplando ese día de octubre de 2006 era oro puro. Información secreta. O al menos opaca. Datos protegidos por el sacrosanto secreto bancario suizo. Cuentas millonarias engordadas durante años por transferencias invisibles y flujos financieros de origen dudoso imposibles de trazar. De seguir. De investigar. Lo que este ingeniero informático de 34 años, casi recién salido del mejor instituto tecnológico de Francia, el Sophia Antibes, tenía delante eran miles de depósitos de ciudadanos y empresas extranjeras forjados a base de enormes sumas de dinero y colocados allí, lejos del alcance de sus respectivos Gobiernos para no pagar tributos. Ficheros que otros bancos de la competencia hubieran dado cualquier cosa por tener. Pruebas de delitos que habrían servido para chantajear a cientos de personas y exigirles dinero a cambio de silencio. Un tesoro para cualquier inspector de Hacienda. Una de las mayores bolsas de fraude jamás descubierta. Lo que estaba viendo Falciani, en suma, eran miles de millones en impuestos impagados. Por cobrar. En decenas de países.


“La siguiente escena tiene lugar casi seis años después en el puerto de Barcelona. Es 1 de julio de 2012. Un barco, al parecer, procedente de Sète (Francia), trae a Falciani a España. El trayecto discurre en territorio Schengen, así que él cree que no hay riesgo de que le pidan la documentación. La Policía Nacional, sin embargo, ha decidido identificar a los viajeros. Es un control rutinario. No esperan a nadie. A lo mejor a algún inmigrante irregular... Pero al comprobar los papeles de este monegasco con nacionalidad francesa e italiana, casado y con un hijo, saltan las alarmas. Existe una orden de detención internacional contra él procedente de Suiza a pesar de que, para entonces, su información ha servido para destapar en toda Europa a miles de evasores fiscales y sacar a la luz cerca de 10.000 millones por los que no habían tributado. También en España. Berna lo considera un villano. Un ladrón. Es arrestado, y el Tribunal Federal de Bellinzona lo espera ahora para juzgarlo por robo de datos personales, vulneración del secreto comercial y violación del secreto bancario. Si la Audiencia Nacional decide extraditarlo, claro. Sus abogados recuerdan que ese delito no existe en España. Al contrario. La ley obliga a denunciar todo indicio de blanqueo.

pd: el resto de la crónica (sobre Falciani y el tesoro suizo que encontró), acá.

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