jueves, 12 de julio de 2012

¿Y el secreto fiscal?

Puede que me equivoque, pero mi impresión es que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner reveló ayer algo gravísimo que si no roza con la confesión de un delito, le pega en el poste.


Por televisión, la Presidenta detalló que le pidió al titular de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), Ricardo Echegaray, los datos de una inmobiliaria que había criticado en Clarín medidas de su gobierno. Por lo que, según ella, dijo "una estupidez" por el diario. 


En base a esos datos que le pasó la AFIP, además, Fernández de Kirchner concluyó que la inmobiliaria evade impuestos ya que no presenta declaraciones juradas impositivas desde 2007, y quien apareció en la nota no era un empleado de la inmobiliaria sino uno de sus socios (más datos sobre sus dichos, acá y acá).




¿Por qué la AFIP invoca el secreto fiscal para no darle información sobre la ex Ciccone a senadores y diputados nacionales, pero sí se los da a la Presidenta sobre otra empresa? ¿Lo ocurrido no configura un delito? ¿Cuál es el mensaje de fondo que transmitió? ¿Acaso que aquel que ose criticar al gobierno será molestado o incluso incinerado en la plaza pública?


Por lo pronto, lo logró con una mujer a la que contacté días atrás, me aportó unos pocos datos y quedamos en volver a conversar. Hoy la llamé y me contó que la llamaron sus cuatro hijos, urgiéndola a que cierre la boca y no me cuente lo que sabe. "No quiero que me envíen a la AFIP, ni a nadie", se disculpó.


¿Qué tipo de sociedad se alienta cuando se persigue a quienes piensan distinto con la AFIP (vale recordar, también, que a la panadera que apareció el domingo pasado con Jorge Lanata también le enviaron a los sabuesos) y otros organismos públicos?

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